Probióticos para el colon irritable: equilibra tu “fauna” intestinal
En un intestino sano habitan cientos de cepas bacterianas y convivimos con ellas en una relación de simbiosis, beneficiosa para ...
Si sufres Síndrome del Intestino Irritable, coloquialmente conocido como colon irritable, sabrás que no es una enfermedad como tal sino un trastorno funcional y por tanto no tiene un tratamiento específico. Esta patología se caracteriza por uno conjunto de síntomas que influyen directamente en la calidad de vida de todos aquellos que lo sufren. Tienes que lidiar con síntomas muy incómodos, como diarrea, estreñimiento, dolor abdominal flatulencia e hinchazón por gases. Cada uno de estos síntomas puede asociarse a diversas causas, pero cuando estas molestias son frecuentes y te acompañan día a día suele haber una causa común y concreta relacionada directamente con todos ellos: la alteración de la “barrera intestinal”.
La superficie de la mucosa gastrointestinal está revestida por una capa de células epiteliales que establecen una barrera efectiva entre el medio interno y el medio externo. Una barrera que es capaz de impedir que sustancias nocivas, toxinas y microorganismos patógenos (bacterias, virus, hongos, …) pasen al torrente sanguíneo y al mismo tiempo permitir la absorción de nutrientes, agua e iones.
Estos dos pasos selectivos de sustancias deben coexistir y guardar entre ambas un delicado equilibrio. De esta manera, la relación del organismo con el exterior se hace a través de una “mucosa intestinal semipermeable e inteligente” que es capaz de coordinar ambas funciones y al mismo tiempo establecer la tolerancia hacia las bacterias que componen la microbiota intestinal.
De esta manera, la pared del intestino ha desarrollado la capacidad de actuar como una barrera selectica a la que denominamos como "función barrera intestinal" responsable de gestionar la permeabilidad intestinal. Un sistema defensivo y dinámico en el que intervienen diferentes elementos que actúan de forma coordinada para impedir el paso de antígenos, toxinas y productos microbianos y, a la vez, mantiene el correcto desarrollo de la barrera epitelial, de la microbiota, del sistema inmunitario y la adquisición de tolerancia hacia los antígenos de la dieta.
La barrera intestinal forma parte de la primera línea de defensa inmunitaria frente a los microorganismos patógenos.
El funcionamiento correcto de la barrera intestinal es, en definitiva, el resultado de la interacciones entre la microbiota intestinal, las células epiteliales intestinales, el sistema inmunitario local y el sistema nervioso central. Esta interacción equilibrada origina una permeabilidad intestinal adecuada.
Cuando alguno de estos componentes y mecanismos se desregula o lesiona, la función intestinal se altera, aumenta la permeabilidad intestinal (hiperpermeabilidad intestinal) y permite el paso de sustancias nocivas, toxinas y agentes patógenos a través de la pared intestinal y llegar a la sangre, pudiendo producir fallos en el sistema inmune local, lesiones en la pared intestinal, irritación del sistema nervioso entérico (encargado de controlar el funcionamiento de aparato digestivo, y al final puede dar lugar a diferentes trastornos funcionales y enfermedades del aparato digestivo, como el Síndrome del Intestino Irritable, la enfermedad celíaca, las intolerancias alimentarias o las enfermedades inflamatorias intestinales (Colitis ulcerosa, Crohn).
La microbiota intestinal es, por lo tanto, un elemento clave y esencial de la barrera intestinal. Las bacterias que la componen cumplen un montón de funciones en el organismo, entre ellas: la digestión de los nutrientes, el metabolismo energético, combatir y limitar la colonización de patógenos por un mecanismo de competición de hábitat y de nutrientes, regular el pH en la luz del intestino con el fin de dificultar la proliferación de otras bacterias, y está directamente implicada en la respuesta inmune así como en el equilibrio y bienestar emocional.
La cantidad, equilibrio y variedad de los microorganismos que componen la microbiota intestinal va a influir directamente en nuestra salud intestinal, en nuestro estado nutricional, nuestro equilibrio emocional y nuestra salud en general.
De hecho, el estrés es uno de los factores importantes que se ha relacionado con el desequilibrio de la microbiota, la disfuncionalidad de la barrera intestinal, el aumento de la permeabilidad intestinal y el desarrollo de trastornos funcionales (SII) y patologías del intestino. La acción negativa del estrés en el intestino se explica a través del concepto eje microbiota-intestino-cerebro, que establece una relación bidireccional entre el aparato digestivo y el sistema nervioso central.
Una microbiota sana es imprescindible para favorecer una buena salud intestinal y una buena salud en general.
Las claves para mejorarla están en llevar una alimentación sana, equilibrada y variada en la que incluyamos alimentos que promuevan el crecimiento de las bacterias saludables, controlar y reducir el estrés, dormir lo suficiente y practicar ejercicio diariamente de manera moderada.
La toma de determinados complementos alimenticios probióticos, como Alflorex®, que contiene la cepa única Bifidobacterium longum 35624®, puede ser una ayuda efectiva para mejorar tu microbiota y ayudarte en el manejo y control de los síntomas asociados al colon irritable.
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